Preguntando se llega a Roma, desde Jaén | Hora Jaén

2022-09-03 10:02:21 By : Ms. Mia Tian

JAÉN.- Es Luis Carlos Cabrera, un baezano de 38 años que aficionado a las motocicletas ansioso de rascar unos días de vacaciones para poder escapar de la monotonía del día a día, especialmente este año, empezó un viaje a Roma en su BMW k1300S sin usar GPS. Esta es su historia contada por él:

«Me encuentro terminando el mes de julio de trabajo en Jerez de la Frontera donde trabajo como profesor de automoción y tras tener que dar clase durante un mes más de lo normal vuelvo para las vacaciones hacia mi tierra, donde me dispongo a preparar el viaje dejando enormemente un papel importante a la improvisación.

Lo primero que hago y como no, lo más importante preparo la moto.

En esta ocasión conduzco una BMW K1300S del año 2009, con la cual hago una visita obligada a Torredelcampo donde se encuentra mi mecánico de confianza y amigo Fran de Jabalcuz Motos, el cual tiene esas manos expertas que hacen que mis pulsaciones vayan un poco más relajadas sabiendo que la moto sale en buenas condiciones, todo se reduce a esa voz pacifica que lo caracteriza y aunque casi de mi misma edad se dirige a mí siempre diciendo. – Luis Carlos, hijo mío, está la moto al 1000 % así que tranquilo, todo esto tras una mirada incrédula sobre mi aventura.

Tras terminar en el mecánico llego a Baeza y en cuestión de un par de horas la tienda de campaña, algo de ropa y preparar mi traje de moto como si de un ritual se tratase, está todo preparado, cada uno de estos movimientos le acompaña una sonrisa que me dice que está a punto de comenzar una nueva aventura.

Tras poner la alarma a las 5 de la mañana y darme esa ducha que te hace abrir los ojos de par en par, repaso la moto, miro toda la carga, me aseguro que no falta nada, coloco mi mapa y mi pequeña nevera donde siempre llevo una botella congelada de agua y otra fresca, siempre preparada por mi madre y un bocadillo preparado por mi padre, siempre gustosamente y leyendo entre líneas el mensaje de ten cuidado, disfruta y vuelve sano y salvo.

No sé cuántos días me voy, ni donde voy a parar, llevo conmigo mi tienda de campaña y tras la metodología de viaje que llevo que es: a las seis de la mañana estoy levantado, conduzco hasta la hora de comer y dirección Roma buscare el primer camping para dormir, recordando que todo esto será sin GPS.

Comienza el viaje y automáticamente el corazón entra en una serie de latidos muy distintos a los de todo el año, donde latiendo relajado replica un final de adrenalina que me hace estar alerta en todo momento sin perder carretera ni los indicadores de la BMW.

Mi primera parada la hago en Villarrobledo, donde exactamente hace un año me pare camino de la visita a la tumba de Antonio Machado en la ciudad Francesa de Colliure, aquí reposto y tomo un café donde acompañado de una manotada de agua fresca y totalmente cargado de energía continuo el viaje y tras una larga tirada me planto cerca de Peñíscola y siguiendo cerca de Tarragona veo unas indicaciones parque natural Dels Ports, donde veo varias indicaciones

de campings. Casi me desvió una hora de camino, pero la enormidad de la belleza del camino me impide retroceder, total, no existía ese pequeño aparato llamado GPS para decir que me había equivocado, así que en ese momento me doy cuenta de algo, no importa las vueltas que des, uno sabe dónde quiere ir, así que disfrutare del camino y saboreando la esencia de no estar perdido ya que no hay nada que seguir.

Esta carretera amplia de sierra comienza a depararme unas laderas importantes, acompañadas de un verde majestuoso y unas esculturas de piedra inmensas con forma de carabela la cual no puedo evitar el pararme a fotografiar. Continuo un poco más y llego finalmente a ese camping llamado igual que el parque natural, camping Els Ports.

Un camping bastante grande, familiar y muy limpio, de parcelas de tierra dura algo incomoda, pero una piscina genial, todo lo suficientemente agradable como para ser perfecto y dormir la primera noche de aventura, su precio para la moto, la tienda y yo es de solo 14 euros.

Comienzo a montar mi tienda y bajo casi 40 grados tras la mirada atónita de los campistas por verme con ese traje de cuero y cordura, pero tras la pequeña admiración que siempre le damos los moteros a los que son capaces de hacer estas aventuras, comienzas a ver que la gente se interesa por saber de dónde vienes, dónde vas y aunque parezca mentira siguen preguntando qué ¿cuánto pilla la moto?, jajajaja.

Aquí es donde conozco a Chimi, un anciano de 78 años de cuerpo esquelético y algo de cara demacrada el que se digna a ser el que comience una conversación que durara horas.

Chimi es un viejo vendedor de discos que, tras ir a la bancarrota con su tienda, su matrimonio igualmente que la tienda comienza a no funcionar. El intenta engañar al tiempo con esas pequeñas escapadas que hace durmiendo en su furgoneta y buscando rincones que le haga olvidar y al menos no recordar su pasado, donde se lamenta por sus errores.

La conversación es amigable y con simplemente la mirada puedes saber más que sus palabras, me dice que aproveche la vida, que nunca me deje de lado y que lo más impórtate de mi vida, debo ser yo, lo cual hace que, aunque siempre lo hemos escuchado y leído en muchos videos de internet, el mensaje de esta persona sea mucho más real.

Me despido de él y descanso para poder salir pronto a la mañana siguiente donde al amanecer salgo sigilosamente para no molestar a los campistas y continúo preguntando para llegar a Roma.

En esta jornada tras saborear el frescor de la mañana y repleto de energía tras un desayuno de campeón donde en una masía catalana me tomo un café con leche y recomendado por la camarera un bocadillo de panceta a la plancha con tomate, comienzo a disfruta de la moto que aunque tiene 12 años la disfruto como si fuese nueva, la cual tras repostar durante la jornada dos veces atravieso la frontera francesa, donde el calor sofocante me lleva al pueblo fronterizo Le Perthus, donde cientos de personas compran tabaco, ropa de moto etc., aquí encuentro un atasco que me hace desabrocharme la chaqueta para refrescarme un poco.

Aun con ganas y tras pararme en un camping con visitas guiadas a una reserva de animales africanos en Francia me dicen que está completo lo que me hacen que descubra un pueblo llamado Agde, el cual tiene decenas de campings juntos en el cual tras una llamada de teléfono leído en un cartel llamo y con mi olvidadizo ingles consigo que me hagan un hueco para poner la tienda y solo me cobrara 15 euros.

De nuevo tras instalarme y tomar ducha, me pongo ropa de calle y en un restaurante siendo las cinco de la tarde le pregunto si puedo tomar algo. Me ponen una copa de Martini y una pizza margarita la cual disfruto no por su buen sabor que dejaba mucho que desear si no lo que saboreo es la sensación de libertad al no tener que obedecer ni a nada ni a nadie.

Esto hace que esa sonrisa no desaparezca de mi rostro, con lo cual me hace disfrutar de un increíble paseo cerca de la playa, volviendo casi al anochecer, aquí veo un camping que recrea una escena pirata desde fuera y veo que hay cientos de personas dentro viendo un espectáculo, por unos instantes me plantee que ¡hago yo aquí solo! Pero entro en ese sitio, donde hay un pequeño bar donde solo pones bebidas y en ese preciso instante comienza un baile en el escenario con la mirada atónita del público lo cual me hace que me siente en unas de las banquetas del bar y sin entender ese francés del espectáculo, disfrute y me sienta como en casa.

Tras descansar esta noche hare una jornada bastante kilométrica la cual, disfrutando de las carreteras francesas, que he de decir que son muy buenas, ya que tienen un alquitrán en perfectas condiciones, llegare hasta la zona de Mónaco y Monte Carlo. Con lo que por el caro alojamiento que hay en esta ciudad continuo hasta Menton, el siguiente pueblo y quedando cerca de la frontera italiana, con lo que dentro de la ciudad y en lo alto de la montaña donde se encuentra esta, encuentro el camping municipal, construido en un antiguo olivar desde donde puedo divisar el mar, aquí pagare 25 euros por noche y decido dado que el lugar merece la pena pasar dos días y no tener que montar y desmontar todo el material de camping a diario.

Al colocar mi moto llega otro motorista, Frank, un alemán que con permiso de su esposa tiene una semana para disfrutar de la soledad y de su Yamaha Supertenere de 1200cc, comenzamos a charlar en inglés y es inminente esa admiración mutua al estar totalmente solos viajando, en ese preciso instante llega un tercer motorista, en este caso un francés condiciendo una Triumph Triple, el cual saluda y torpemente se pone a armar su refugio al que le pilla la noche. Yo decido salir esa noche en Menton, donde salgo a cenar y comienzo a probar esas pizzas de rasgos italianos donde una calzone hace que mi paladar de festín se sienta esta noche.

Las calles están repletas de gente, los restaurantes llenos, heladerías y tiendas de recuerdos rebosando de personas. Después de esta cena y volviendo donde aparque la moto, veo la primera indicación donde leo, Italia, esto me hace volver a sonreír y saber que estoy más cerca de mi objetivo.

A la mañana siguiente la visita es a Mónaco y sobre todo al circuito de monte Carlo, donde el lujo y los coches de alta gama hacen que voltee el cuello una y otra vez. Tras una llamada a mi hermano pequeño Jose, el cual estuvo hace un tiempo allí le pregunto que donde es ese lugar donde todo el mundo va a ver desfilar esos vehículos. El sitio es el Casino y el Hotel Café de París.

Aquí tras estacionar la moto paso casi tres horas relajado y a la sombra viendo esos coches que dejan atónitas las miradas, ese lujo, esas señoras bajando esas escaleras pareciéndose un desfile de moda y esos perfumes que me trasladaron a mi etapa londinense donde paseando por Harrods puedes oler a los millonarios de Arabia con ese olor tan característico y cargante.

Para comer, entro en un supermercado y tras comprar un poco de pan, embutido y mozzarella italiana, me siento en unas de las rectas del circuito de Monte Carlo, estos momentos son los que te puedes permitir para observar a todo transeúnte, analizas que es el lujo, ves como la

mirada de estas personas que no son más que parte del show de la ciudad, no se cruzan con ninguna de las personas que estamos allí visitando la ciudad, te das cuenta que al igual que la mirada, veo nula una expresión de felicidad, quiazas no quedaba en la tienda de Louis Vuitton paquetes de felicidad ese día.

La siguiente parada ya sería en tierras italianas, comienzo a conducir muy temprano y me sorprenden unas tímidas gotas de lluvia que en pocos minutos desaparecen, las carreteras algo peores que las españolas y repletas de conductores alocados me hacen parar en una estación de servicio donde llego a ver combustibles a 2.60 euros, aquí me encuentro una estampa algo insólita, un sueco condiciendo una Ducati 1000 sport cargada hasta arriba con alforjas y un gran macuto trasero, este se dispone a montarse dejando todo su peso en la estribera, hasta aquí todo correcto pero sintiéndolo mucho no era por el lado izquierdo donde reposa la pata de cabra, si no por el lado derecho, así que,,, si, al suelo. Desde suiza hasta donde estábamos debería haber hecho ese movimiento varias veces, pero frente mí fallo, tras ayudarlo y conversar un poco en una mezcla de idiomas un poco raros estaba súper ilusionado con su viaje ya que era, aunque mayor en edad, muy principiante en motocicleta, aunque no lo hubiese entendido lo hubiera sacado por mí solo, llegamos a compartir unas horas de conducción hasta que tras unos pitidos los caminos se separan.

En este preciso momento comienzo a ver carteles de ciudades donde leo Firenze y sin saber por qué no relaciono Firenze con Florencia, esperaba que pusieran las señales Florencia, pues si, la ignorancia me hace llegar allí, acampo de nuevo en un camping municipal, eso sí, inmenso y repleto de unas avispas gigantes que me hicieron montar el campamento incómodamente.

Me fui a la cuidad y asombrado de la belleza recorro la ciudad acompañado de mí mismo, sin batería en el teléfono y casi olvidado de él, voy a llamar a familia y amigos. Entro a un bar donde ponen spritz, esa bebida italiana de aperitivo que me dispongo a probar, veo una vitrina de porciones de pizzas y para no olvidarnos de nuestras tapas me pido una de esas porciones, concretamente le digo una repleta de verduras siendo la única que quedaba de ese tipo.

La bebida para mi parecer demasiado amarga, pongo mi teléfono en carga y mientras charlo tomo la bebida, echo de menos tras bastante rato una cosa, la pizza. Un humo ennegrecido sale del horno, si, se ha olvidado la camarera, adiós a esos trozos de berenjena que salían por los bordes, así que decido que no me ponga otra y continuo hasta la plaza Santa María Novella, donde ahí sí que pruebo la primera pizza italiana 100%, quedo maravillado , creo que con solo probar ese bocado había merecido la pena haber llegado hasta allí, no sé por qué no me gustan las cosas demasiado aliñadas y seguramente por mi alergia al marisco, intento fuera no comer nada raro así que con solo un aceite picante me tomo esa pizza margarita, sin duda la mejor de viaje.

Llego el día, sí, me levanto y tras circular unos minutos veo la primera señal, Roma, ya no hay perdida, casi lo hemos conseguido, me paro en una gasolinera y tomo una bufalina, un bocadillo como si de un carpacio se tratase y acompañado de una mozzarella, esta exquisito, salgo a tomarlo frente mi moto, aquí llega un motorista de avanzada edad el cual veo que se queda con las ganas de hablar conmigo, miró mi matricula y al ver la E de España creo que le echa atrás por el idioma. Pero con simplemente una sonrisa volvemos a leer entre líneas.

Así llego hasta la ciudad, Roma, quedo boquiabierto al ver tanta inmensidad de edificios, tanto arte, piedra tras piedra es atronador ese espectáculo, dentro de mi casco y recordando palabras de mi admirado aventurero y escritor Miquel Silvestre, algún día pensaran que no estaba loco, que hago cosas en lo que creo, no puedo aguantar las lágrimas y tras un largo

suspiro en dentro de casco, estoy aquí, casi 2500 km después me encuentro en plaza Venezia, mi moto y yo.

Esto me permite darme una pequeña satisfacción personal respecto a que todo es posible cuando uno quiere y se lo propone.

Pregunto y me dicen que dentro de Roma hay un camping llamado Roma Camping in Town. Si, dentro de la ciudad se encuentra un camping de lujo el cual pago 50 euros por pasar una sola noche. Pero sin duda la mejor de todas.

Recorrí durante todo el día todo lo que pude, visitando lugares espectaculares y como siempre nada de GPS.

Pensando en la vuelta veo que en Ciavitavecchia hay un puerto que me lleva en ferry hasta Barcelona, compruebo el coste y la moto y yo solamente 105 euros.

Lo cual me hace tras pasar dos días en roma tomo la decisión de cogerlo, así que conduzco hasta el puerto de ferry y justo a 900 metros paro para tomar algo para refrescarme, me ponen una cerveza italiana sin filtrar y un pequeño bocadillo de presunto italiano, hago un poco de tiempo y llego a la entrada del barco.

Para finalizar es una situación muy agradable, de pronto nos encontramos decenas de motoristas de distintas partes del mundo allí para subir nuestras motos y como no, comenzamos a charlar, al principio un chaval llamado Xavi, catalán con una Harley moderna de aventura que viajaba solo también y una pareja de Hospitalet, Nuria y Juan Carlos, que viajaban en una Benelli Trx de 500cc que me dejaron bien claro una cosa, que la moto funcionaba a la perfección pero que lo importante era que iban los dos juntos que es lo que querían.

Así termina mi aventura, preguntando se llega a Roma, donde huyendo un poco de toda modernidad intento disfrutar de un tiempo de libertad que por mala suerte cada vez escasea más.

Me preguntan que, si alguna vez me perdí, la respuesta es no, no había nada que seguir, no había horario, ni siquiera sabía que día de la semana era, tras este viaje espero poner en práctica lo aprendido y aun teniendo que respetar horarios y compromisos de la vida cotidiana intentare respetarme para marcar mi propio itinerario de vida.

Y recuerda los viajes siempre se viven tres veces, al prepararlos, al realizarlos y al recordarlos. Luis Carlos Cabrera Villa»